técnica mixta sobre tapa de libro 30 x 49cm 2013 anoche |
Oficio
Se sienta a la mesa, a
escribir
a sangrar papelitos, como
quién
lava su memoria (oleaje que
vuelve
de la carne) hasta calmar las
preguntas del día.
Como poeta
que no tiene amor en los
bolsillos
ni la querida al final de los
dedos
ni doblando la esquina, se
sienta torcido
con su espalda de poeta
inclinado a buscar
lunas en el fondo de una hoja
o del
vaso de beber y apenas
encuentra letras
para eso se quita de los ojos
al niño
que viaja por su cuerpo.
los brazos inmóviles sobre la
mesa
son los amigos del niño, que
lo miran
por la ventana, como esos
peces que van
a un museo a mirar cuadros
del mar.
Como poeta cierra las
ventanas y espera
a que salga la noche, paga
las cuentas que
le pasan por debajo la puerta
le tiran a diario pedacitos
del mundo y
por debajo los pies tiene
perros ladrando
que la libertad ya viene, que
está despertando
mientras otros perros mejor
alimentados
los muerden fieramente hasta
que sangran
y se desmienten como hombres.
Qué quiere el poeta
cuando se pone sus partes
y sale por ahí a buscarse
como si fuera
una calle sin nombre y su
alma viviera
en una casa alquilada al
final de esa calle.
Ansía recibir alguna vez una
carta donde
diga que una querida del
tiempo murió llevada
por las fiebres y del sudor
le salían niños
que cerraban las ventanas,
que no tenían rostro
y agitando las manitas esperaban
a
que saliera la noche.
Qué quiere
cuando hace lo que sueña, y
sueña
con lo que no dice, si no
anda feliz, si no
tiene en el blanco de los
ojos países donde
las manos de los iguales
tengan arrugas y
trabajo, si no tiene hijos
que le vuelvan después
de una guerra o del amor.
He visto
a los huesos del poeta
tomando vino
agarrados de la mano,
haciendo rondas en
el puesto de flores para alegrar
la tarde
de los que pasan solos,
he visto al poeta caerse por
no tener dentro
los huesos, y esperar
despierto hasta que alguien
los deja al pie de la
escalera, el poeta no les
grita ni pega cuando sale el
sol, les pide
que no sean tan largas sus
ausencias.
Porque a veces, viene
cantando la querida
y el
sin los huesos
no le puede abrir la puerta.
RC 1997